LA TEJEDORA Y EL POETA

Caminaba como todos los días por las mismas calles de Bogotá, Andrés entre sus divagaciones y observando todo lo que pudiera. Se detuvo un instante a escribir una breve estrofa que cruzo por su mente…
En la mitad de esta nada
Al paso de las horas caídas
En el horizonte buscando
Sentido sobre la acera
Fría después de la lluvia…
No había terminado el verso cuando una pequeña ráfaga de viento salida de afán por la acera logro cambiar el instante de forma súbita. La hoja de papel se estremeció en su mano y perdió el hilo conductor del verso, pero otra imagen se atravesó por sus ojos. Era la más hermosa de las visiones. Su rostro parecía venir del paraíso pero envuelto en un aura de tristeza. Esos ojos cafés oscuros transmitían dolor pero eran hermosos y estaban enmarcados por una larga cabellera color almendra que se movía como las olas del mar ondulando sobre el viento y bajo sus ojos una pequeña nariz delineada firmemente sobre esos delgados labios cuyas curvas podían hacer perder el rumbo a una cordura divina.
Ella levanto un poco su mirada y roso sin querer su figura pero no se detuvo a repararlo siquiera. Pero ese segundo bastó para saber que había encontrado a la musa para sus años de vida.
Volteó ella a mirar nuevamente a su artesanía; con tal pasión, que sus manos tejía en ese preciso momento, y Andrés tomo de nuevo la pluma y regreso a su tarea con una nueva línea que nació de esos ojos tristes.
Mírame con el alma mientras llego
A tu puerta esta mañana soleada
deja que tus suspiros abarroten
El aire de la sala con sueños de verano
Este largo invierno que Yo a mi arribo
Desnudare mi pecho y besare tus labios
En el silencio de las mareas de tu pelo
Será una fiesta de jazmines y lilas, de soles y lunas
Y fragancias puras que broten de tu espalda
Y se deslicen sobre el miedo para que con su borrasca
Aneguen el tedio y al nuevo amanecer
Florezca la felicidad…
Al terminar este breve poema simplemente no había más necesidad de seguir escribiendo, pero aquellos ojos perturbaban la calma constante que siempre tuvo Andrés. Como poder acercarse a ella? Como romper la distancia? Acaso tendría que solo conformarse con aquella mirada y nada mas?
Preguntas que quedaron sin respuesta. Porque al cruzar la avenida sin mirar a ningún lado fue arrollado violentamente por un viejo bus que pasaba por allí a toda velocidad.